Era una mañana del 30 de marzo de 1989, un día como cualquier otro en la Jefatura de la Policía Nacional de Palma, situada en la esquina de Ruiz de Alda con el Paseo Mallorca. Pero, en cuestión de segundos, todo dio un giro inesperado. Un pavoroso incendio se desató en uno de los sótanos, dejando escapar densas nubes de humo que obligaron a evacuar a detenidos y funcionarios sin previo aviso. Esta es la historia de cómo aquel fuego casi convierte a la comisaría en una ratonera mortal.
El caos se desata
A las diez y cuarto de la mañana, unos operarios estaban soldando unas conducciones del aire acondicionado cuando se percataron alarmados del intenso olor a quemado. Una chispa había saltado entre neumáticos y planchas de madera, material destinado a amortiguar el ruido durante las prácticas policiales. Antes incluso que los propios policías pudieran reaccionar con extintores, el humo ya había invadido el lugar, sembrando el pánico al instante.
Se ordenó una evacuación total del edificio. En especial, había que sacar rápidamente a los 18 detenidos atrapados en los calabozos del sótano; su suerte estaba echada si no llegaban a ser auxiliados a tiempo. Una mujer arrestada tuvo que ser trasladada a la Casa de Socorro con síntomas claros de asfixia, aunque afortunadamente logró recuperarse rápidamente. Los demás acusados fueron llevados en furgones al cuartel San Fernando mientras tanto.
Juan Feliu, jefe del 092, junto al comisario Gregorio García ‘Goyato’, quien lamentablemente ya no está con nosotros, organizaron las labores para controlar el desastre. La familia del jefe superior vivía en la séptima planta y no lograron salir antes; los bomberos les recomendaron quedarse dentro y sellar puertas con toallas mojadas para evitar que entrara más humo. Cuando todo terminó fueron rescatados ilesos pero visiblemente alterados.
En las calles cercanas, medio Paseo Mallorca se agolpaba para ver qué pasaba; surgieron teorías disparatadas sobre un posible atentado por parte de ETA. Nada podía estar más lejos de la realidad. Después de dos horas intensas y angustiosas, los bomberos lograron dominar las llamas y controlar una situación crítica.
A pesar del caos vivido aquel día y el temor por perder archivos cruciales contra el crimen organizado y otras delincuencias, también hubo momentos curiosos: justo cuando se declaró el fuego, la oficina del DNI estaba atestada; todos fueron evacuados apresuradamente… menos un hombre muy malhumorado que exclamó: «Yo aquí me quedo; he estado esperando mi DNI toda una hora».

