En una noche cualquiera, mientras la brisa del mar acariciaba las instalaciones del puerto de Palma, dos trabajadores decidieron jugarse su futuro y robar el motor de una patera que había llegado cargada de sueños y esperanzas desde Argelia. Este motor no era solo un trozo de metal; era parte de una historia más grande, la de aquellos migrantes que buscan un nuevo comienzo. Pero aquí estamos, hablando de un acto que nos deja perplejos.
La investigación toma forma
A mediados de octubre, la Policía Portuaria se dio cuenta de que algo no encajaba. El motor había desaparecido y, tras investigar un poco, encontraron las pruebas que apuntaban a los sospechosos. La Guardia Civil no tardó en actuar; los agentes de la Sección Fiscal del puerto comenzaron a desentrañar lo sucedido. En colaboración con la Unidad de Análisis e Investigación Fiscal y Fronteras (UDAIFF), identificaron a estos dos hombres, quienes supieron aprovechar su acceso a áreas restringidas para cometer este hurto.
Con todo esto sobre la mesa, no podemos evitar preguntarnos: ¿qué les pasó por la cabeza? ¿De verdad vale la pena arriesgarlo todo por un motor? La Guardia Civil dejó claro que según el Real Decreto-ley 16/2018, estos objetos son considerados propiedad del Estado en casos como este. Así que al final, lo único seguro es que se han metido en un buen lío.
No hay palabras para describir lo absurdo que resulta ver cómo algunos deciden arruinar su trayectoria laboral por decisiones tan desacertadas. Y nosotros nos quedamos aquí pensando: los verdaderos culpables son aquellos valientes en la patera o quienes se aprovechan del sistema desde dentro?

