Era un día cualquiera, hasta que el silencio se rompió en un tercer piso de la calle Menorca de Palma. Eran alrededor de las 12:30 horas cuando, sin previo aviso, un enchufe de la nevera comenzó a arder. La alarma sonó y, rápidamente, una familia nicaragüense tuvo que abandonar su hogar alquilado para escapar del peligro.
«Estaba viendo la tele cuando empezó todo», cuenta entre nervios un joven de 22 años, quien intentó sofocar el fuego con toallas mojadas. Pero cuando las llamas comenzaron a subir descontroladamente, se dio cuenta de que no podía hacer más. «Agarré una colcha de invierno y la empapé toda antes de lanzarla al fuego. Pero el fuego volvió a ganar fuerza y, pronto, el humo llenó la habitación. Tuve que salir», añade con voz temblorosa.
Rescatando lo más valioso
A pesar del caos, este valiente joven logró sacar a tres mujeres de la casa: entre ellas estaba su bisabuela, una mujer de 99 años que ha visto muchas cosas en su vida pero nunca algo como esto. Mientras él luchaba por apagar las llamas, otra residente recuperó una máquina de oxígeno gracias a la intervención rápida de un bombero. «Él me decía: ‘Cálmese’. Y yo le respondía: ‘No puedo calmarme; ya hay humo por todas partes'», relata visiblemente alterada.
La situación fue crítica y los vecinos tuvieron que ser evacuados rápidamente por agentes de la Policía Nacional y bomberos del parque sa Teulera. Cuatro residentes del cuarto piso permanecieron aterrados en sus balcones mientras los equipos luchaban contra el fuego.
Juan Llodrà, quien vive justo debajo, recuerda cómo todo sucedió mientras trabajaba tranquilo con su ordenador: «Nos dijeron que cerráramos las ventanas y saliéramos corriendo. Vi cómo el humo comenzaba a inundar todo; los del cuarto no podían bajar». Un momento tenso que podría haberse convertido en tragedia si no fuera por la rápida actuación de todos los involucrados.

