La historia que nos llega desde Palma es, sin duda, un claro ejemplo de cómo la confianza puede ser traicionada. Un hombre, encargado de un bar que debería ser un lugar de encuentro y diversión, se enfrenta a la justicia por grabar a centenares de clientas con una cámara oculta en el baño. A pesar de las serias acusaciones en su contra, este individuo ha intentado justificar sus actos diciendo: «Me he arrepentido».
Un juicio lleno de sombras
En el juicio, donde arriesga hasta 60 años tras las rejas, ha admitido haber filmado al menos a 26 mujeres identificadas durante la investigación. Pero esto no es todo; las grabaciones se realizaron entre 2016 y 2022, utilizando cámaras ocultas disimuladas en botellas de agua colocadas estratégicamente. Aunque admite algunos episodios, intenta excusarse hablando de su adicción a las drogas.
Aún más impactante es escuchar cómo asegura haber pedido perdón a aquellas víctimas que reconoce y promete destinar su sueldo para indemnizarlas. Pero ¿realmente cree que eso es suficiente? El peso moral de sus acciones parece no estar del todo presente.
Junto a él también está su hermano, copropietario del bar, quien asegura no tener idea de lo que sucedía bajo su techo y culpa a una empleada encargada de la limpieza del baño. Sin embargo, muchos nos preguntamos si esa es una justificación válida cuando la responsabilidad recae sobre los dueños.
Este caso salió a la luz gracias al hallazgo fortuito de una mujer que encontró la cámara y decidió llevarla directamente a la Policía Nacional. Al acceder al dispositivo, los agentes descubrieron unas grabaciones perturbadoras que evidencian una violación grave del derecho a la intimidad. En medio del juicio, surge otra controversia: el abogado del acusado argumenta que hubo irregularidades durante la investigación al no solicitarse autorización judicial para acceder al material incautado.
No obstante, desde la Fiscalía refutan esta defensa argumentando que el acusado colaboró durante toda la investigación entregando voluntariamente otros dispositivos. Así las cosas, ahora queda esperar lo que decida la magistrada en su sentencia final.
Es importante recordar que todas las afectadas tendrán voz ante el tribunal excepto aquellas menores de edad; algo fundamental para visibilizar el impacto real y doloroso de este tipo de situaciones. El local donde ocurrieron estos hechos estaba situado cerca de calle Aragón en Palma y era conocido por tener mucho movimiento; así que podríamos imaginar cuántas más fueron víctimas sin saberlo.
A día de hoy, este hombre guarda discos duros y tarjetas llenos horas y horas de imágenes capturadas sin consentimiento. Mientras tanto nosotros seguimos esperando respuestas claras sobre cómo proteger mejor nuestra intimidad en espacios públicos.