La madrugada del 2 de septiembre comenzó como cualquier otra, pero pronto se convirtió en un auténtico thriller. En las calles de Palma, un joven nicaragüense de tan solo 18 años decidió que era buena idea escapar a toda velocidad en una motocicleta robada, desafiando semáforos y el sentido común.
Todo empezó cuando los agentes del Grupo de Actuación Preventiva (GAP) avistaron el vehículo circulando a gran velocidad por la calle Pascual Ribot. A pesar de que les hicieron señas para que se detuvieran, el conductor optó por huir. Y así comenzó una persecución que tuvo a todos al borde del asiento.
Un desenlace inesperado
No solo fue emocionante, sino también peligroso. Durante la fuga, el acompañante lanzó un casco contra los agentes, como si eso fuera a cambiar el rumbo de la historia. Finalmente, el joven conductor perdió el control y chocó contra una barrera metálica en la avenida Argentina. Aunque intentó escapar a pie, no pudo hacerlo y fue detenido.
Las consecuencias fueron claras: le cayeron encima varios cargos por hurto, conducción temeraria y hasta atentado contra agentes de la autoridad. Pero eso no fue todo; esa misma noche también se investigó a dos menores que andaban en otra motocicleta robada junto al fugitivo. Al parecer, uno de ellos había escapado de un centro de menores.
A estos chicos les encontraron herramientas sospechosas, lo que sugiere que estaban metidos hasta las cejas en este lío. Las motos fueron llevadas al depósito municipal mientras los implicados enfrentaban las consecuencias de sus actos.
Así es como una simple noche en Palma se transformó en un caos sobre ruedas. No podemos dejar pasar esto sin reflexionar: ¿hasta cuándo vamos a permitir que situaciones así pongan en riesgo nuestra seguridad?