La primera semana de septiembre nos deja un sabor amargo y desgarrador. En menos de siete días, cinco personas han perdido la vida en las carreteras de Mallorca, y cada una de esas muertes resuena en la comunidad como un eco doloroso. El pasado martes, al amanecer, un joven de solo 28 años, Josep Antoni Bonet, se encontró con el destino cuando su coche colisionó con la parte trasera de un camión en el Camí de Sa Siquia, Palma. La noticia corrió como la pólvora en Algaida; era conocido y querido por todos, dejando atrás a su mujer y dos pequeños que ahora enfrentan una ausencia devastadora.
Poco después, otro golpe del destino. Un motorista de 49 años perdió la vida tras chocar su moto Yamaha contra un cuadriciclo en Capdepera. Dos muertes en apenas dos días… Pero el horror no terminó ahí. El jueves por la madrugada, también en el Camí de Sa Siquia, otro motorista se vio envuelto en un fatal accidente al impactar contra un minibús frente a la discoteca Amok.
El trágico balance
Los motoristas parecen ser los más vulnerables en esta trágica realidad: un 36 % de las víctimas mortales este año eran motoristas. En total, 42 personas han perdido la vida por accidentes viales en Baleares durante 2024; es alarmante pensar que uno de cada tres fallecidos era conductor o pasajero de turismos o todoterrenos. Además, ciclistas y peatones también cuentan sus tragedias personales entre esos números fríos que esconden historias humanas.
No podemos quedarnos callados ante esta ola desbordante de dolor; es crucial reflexionar sobre lo que está sucediendo en nuestras carreteras. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que esto siga ocurriendo?