La historia que se va tejiendo en torno a la trágica muerte ocurrida el 1 de agosto en Manacor ha dado un vuelco inesperado. En un primer momento, parecía claro que un hombre había sido asesinado a golpes con una barra de hierro. Sin embargo, hoy nos encontramos con una nueva realidad: el detenido, lejos de ser acusado de homicidio, enfrenta cargos por lesiones. La víctima, un hombre rumano de 50 años, no falleció inmediatamente tras el ataque, sino que su muerte se produjo posteriormente.
Un relato entre sombras y omisiones
Según lo revela el informe policial, tras la agresión, este hombre regresó a su hogar compartido con una mujer que observó la herida y la pérdida de sangre. Pero aquí es donde las cosas se complican aún más; al día siguiente, él ya estaba muerto y ella también ha sido señalada por omisión del deber de socorro. El hallazgo del cadáver llegó el 8 de agosto cuando otra mujer lo encontró sin vida.
A medida que los investigadores profundizaban en el caso, descubrieron que la noche anterior se había desatado una pelea entre la víctima y un conocido suyo. Este último le propinó un golpe en la cabeza con esa misma barra mientras ambos estaban bebiendo. Curiosamente fue el presunto agresor quien llamó a emergencias cuando vio a su amigo gravemente herido, aunque este decidió no recibir asistencia médica.
Al llegar a casa, su compañera vio la herida pero tampoco buscó ayuda hasta que fue demasiado tarde. Ahora ella enfrenta serios cargos por no actuar ante una situación crítica. Las investigaciones apuntan a que las lesiones infligidas no fueron directamente mortales; más bien, parece que la muerte llegó debido a una hemorragia progresiva y otras circunstancias.
Este caso es un recordatorio escalofriante sobre cómo pequeños errores pueden tener consecuencias devastadoras en nuestras vidas. Mientras tanto, seguimos expectantes ante los próximos movimientos judiciales y qué implicaciones tendrá esta historia para todos los involucrados.