La historia comienza en Palma, donde la Policía Nacional ha puesto fin a las fechorías de un ladrón español que había encontrado una forma bastante inusual de hacer su agosto: reventar escaparates con tapas de alcantarilla. Un método que, aunque sorprendente, le valió para llevarse lo que no era suyo y, finalmente, acabar tras las rejas. El juez no se lo pensó dos veces y lo envió directo a prisión.
A lo largo de unas semanas, este individuo dejó su huella en cuatro locales diferentes repartidos por varios barrios de la capital balear. Pero esto no es todo; los investigadores también lo vinculan con un robo en una vivienda y en un garaje comunitario. En esas ocasiones, no estaba solo: contaba con la compañía de un hombre y una mujer que también han sido detenidos.
El modus operandi del delincuente
El Grupo de Robos inició una investigación tras enterarse de estos robos llevados a cabo el pasado mes de julio. En total, los objetivos fueron una panadería, una empresa de construcción, un bar y un restaurante. La técnica era siempre la misma: el ladrón lanzaba violentamente la tapa contra los escaparates hasta hacer añicos el cristal. Una vez dentro, iba directo a las cajas registradoras como si supiera exactamente dónde estaban escondidos los billetes. Y después, desaparecía tan rápido como había llegado.
Los daños causados fueron significativos y dejaron a los propietarios con un fuerte quebranto económico; además, generaron una inquietud palpable entre los vecinos de Son Ferriol, Estadi Balear y Coll den Rabassa. Los agentes no se quedaron quietos e intensificaron sus esfuerzos hasta dar con él. Tras varias pesquisas decidieron montar dispositivos para localizarlo.
Las indagaciones revelaron que este hombre había participado también en otro robo en Can Pastilla junto a sus cómplices. De esa vivienda sustrajeron incluso una furgoneta para moverse más cómodamente entre sus delitos. Además, accedieron a un garaje comunitario quitando rejillas para hacerse con dos bicicletas.
Finalmente, el pasado miércoles 6 fue localizado gracias al trabajo conjunto del equipo policial y poco después se hizo lo mismo con la mujer implicada. Al día siguiente cayó el tercer miembro del grupo. Para colmo del principal investigado, ya tenía sobre su cabeza una requisitoria judicial que ordenaba su captura e ingreso en prisión.