La comunidad de la Guardia Civil en Mallorca se encuentra sumida en el dolor tras conocer la trágica noticia del fallecimiento de Daniel Jonás Correa Plasencia, un agente que a sus 45 años dejó este mundo de manera repentina en Tenerife, víctima de un infarto. Dani, como le conocían todos, había dedicado casi una década de su vida al Puesto de Sóller, donde su huella es imborrable.
Cuando se supo lo que había ocurrido, los mensajes de cariño y apoyo hacia su familia comenzaron a inundar las redes. Sus compañeros no han podido evitar recordar al hombre detrás del uniforme: «Era muy serio, pero también un trabajador incansable. Le llamábamos Batman, el Batman de Sóller», cuenta con emoción uno de sus antiguos colegas. Esta frase resuena entre quienes compartieron jornadas y anécdotas con él; era un hombre querido por todos en la localidad.
Un legado imborrable
Dani deja atrás no solo a su esposa y a una familia devastada por su pérdida, sino también una estela de amor y respeto que perdurará en el tiempo. En los últimos años, había estado destinado en el Puesto de Playa Santiago, en La Gomera. Su hermano, también guardia civil, fue quien comunicó la triste noticia a aquellos amigos que aún conservaba aquí en Mallorca. Las palabras que dedicó son un reflejo del gran corazón que tenía: «Guardia Civil por vocación y corazón; vivió con honor, sirvió con entrega y partió en silencio como los valientes». Sin duda alguna, su ausencia deja un vacío difícilmente reemplazable.
No obstante, hay un rayo de esperanza: gracias a su generosidad al donar sus órganos, 22 familias podrán encontrar una nueva oportunidad. Así es Dani; incluso al despedirse sigue salvando vidas. Hoy lloramos juntos su marcha pero también celebramos su legado y el impacto que dejó entre nosotros: «Descansa en paz, hermano. El mundo es un poco más frío sin ti». Nunca te olvidaremos, Daniel; siempre estarás presente en nuestros corazones.