Era un día como cualquier otro en el Camí de Buniferri, ese rincón de Llucmajor donde las fincas rústicas se agrupan y la vida parece fluir más tranquila. Sin embargo, esta calma se rompió cuando un niño de tan solo dos años sufrió un accidente desgarrador que tuvo a todos con el corazón en un puño.
A eso del mediodía, sus padres notaron que su pequeño no estaba donde debía. En cuestión de segundos, la desesperación se apoderó de ellos al darse cuenta de que el niño estaba bajo el agua de la piscina. Sin pensarlo, lo sacaron y corrieron al PAC de Llucmajor buscando ayuda urgente. Allí, los profesionales del lugar no perdieron ni un instante; sabían que cada segundo contaba.
Una carrera contra el tiempo
El equipo médico, junto con los sanitarios del 061 y efectivos de la Guardia Civil que llegaron rápidamente al lugar, encontraron al menor en estado grave pero lograron estabilizarlo lo suficiente para proceder a su traslado. Afortunadamente, cuando los guardias civiles arribaron, el niño ya había recuperado algo de conciencia; aunque nadie podía hacerse ilusiones ante la gravedad del suceso.
Se activó una ‘alerta verde’ y la ambulancia salió disparada hacia Palma, escoltada por los agentes que hacían todo lo posible por sortear cada cruce sin perder tiempo. La meta era clara: llevar al pequeño a recibir asistencia médica lo antes posible. Y así fue: alcanzaron el hospital en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, mientras esperamos noticias sobre su estado en este momento crítico, nos queda reflexionar sobre lo frágil que puede ser la vida y cómo un instante puede cambiarlo todo.