El pasado sábado 2 de agosto, el Port de Sóller se convirtió en escenario de una tragedia que ha conmocionado a todos. Allí, un exmilitar estadounidense, Charles Michael Gordon, perdió la vida mientras volaba junto a su hijo de 13 años. A sus 60 años, Charles no era un desconocido para los cielos mallorquines; era un apasionado piloto que había surcado las nubes con aviones F-18 y F-14 durante su tiempo en el Ejército de EEUU.
Este hombre viajaba frecuentemente desde Alemania hasta Mallorca, donde tenía una segunda residencia y pasaba sus días disfrutando del aire libre con su familia. Para él, volar no solo era un hobby; era una forma de vivir la vida al máximo. Cada semana, se le veía realizando acrobacias sobre las hermosas aguas mediterráneas. Era habitual que despegara del Aeròdrom de Binissalem para hacer piruetas y dar espectáculo en el cielo azul.
Una jornada trágica
La mañana del fatídico día comenzó como cualquier otra. Charles hizo un primer vuelo solo para calentar motores antes de regresar a su base para preparar su siguiente salida. Sin embargo, por la tarde, decidió salir nuevamente, esta vez acompañado por su hijo. Juntos abordaron su avioneta Team Rocket F-14 Raider, un precioso biplaza azul con matrícula N31VX, lista para otro viaje memorable.
Pese a tener todas sus licencias y seguros al día, ese día terminó en tragedia. La noticia ha dejado huella en la comunidad local y entre quienes conocían a este valiente piloto que vivía cada instante intensamente. ¿Cómo es posible que alguien tan apasionado por la vida haya tenido que partir tan pronto? Nos quedamos con esa pregunta y un profundo sentimiento de tristeza por la pérdida irreparable.