En una mañana cualquiera del pasado 17 de julio, la tranquilidad del Coll d’en Rebassa se vio sacudida por un incidente que podría haber salido mucho peor. Un hombre de 57 años, que había decidido okupar una nave en un solar, se encontró atrapado cuando el dueño decidió soldar la puerta de acceso. La situación llegó a tal punto que tuvo que llamar a la Policía Local de Palma para pedir ayuda.
Al llegar al lugar, los agentes de la Unidad de Seguridad Integral (USEI) encontraron al hombre visiblemente inquieto. “No puedo salir”, les decía, señalando con desesperación la barrera metálica fijada sin contemplaciones. Este okupa llevaba casi un mes viviendo allí, buscando refugio en lo que muchos considerarían abandonado. Pero lo que él sabía era que había escuchado el ruido de una soldadora y había visto cómo un operario, acompañado por un vigilante de seguridad, le sellaba la entrada.
Una respuesta complicada y mediación policial
La historia no terminó ahí. Los policías contactaron al responsable del solar, quien admitió haber ordenado soldar la barrera bajo el supuesto de que el lugar estaba vacío. Aunque el operario le advirtió sobre la presencia del okupa dentro, el gestor decidió continuar con su plan. Al final, tras una conversación algo tensa con las autoridades, se acordó restablecer el acceso a la nave.
Poco después, el operario regresó para cortar las soldaduras y abrir nuevamente las puertas. Para evitar más problemas y garantizar cierta vigilancia sobre su ocupación temporal, el hombre entregó una copia de su candado al responsable del recinto. Ahora solo queda esperar cómo evolucionará esta peculiar situación; mientras tanto, la Sala de Atestados ha iniciado las diligencias pertinentes para llevar todo este embrollo ante los tribunales.