En una noche que prometía ser tranquila en Platja de Palma, un joven turista británico, de 29 años, decidió hacer de las suyas. Tras aterrizar apenas unas horas antes en Mallorca, el chico ya estaba visiblemente ebrio cuando se encontró con un policía nacional de paisano. Este no se lo esperaba: a las tres de la mañana, mientras realizaba funciones preventivas junto a su compañero, el hombre sin camiseta comenzó a burlarse del agente.
El policía, manteniendo la calma y tratando de evitar una confrontación innecesaria, se identificó mostrando su placa. Pero eso no hizo más que avivar la actitud desafiante del turista. Sin previo aviso y sin mediar palabra, le soltó un puñetazo en la mandíbula que dejó al agente aturdido y sangrando profusamente.
La rápida intervención policial
No tardaron en llegar refuerzos. Tres agentes del Grupo Operativo de Respuesta uniformados acudieron al lugar para ayudar a su compañero. Con evidentes signos de nerviosismo y bajo los efectos del alcohol, el agresor fue rápidamente reducido y detenido por lesiones y atentado a la autoridad.
Ayer mismo pasó por los juzgados donde, sorprendentemente, declaró que había empezado a beber desde el avión y que llegó caminando hasta la playa sin ni siquiera pasar por su hotel. La jueza consideró este comportamiento como «anómalo e incoherente», algo que solo daba credibilidad al relato del policía agredido.
La magistrada impuso una fianza de 3.000 euros al detenido antes de dejarlo salir; además, le retiraron el pasaporte hasta que cumpla con ese pago. Así es como algunas vacaciones pueden convertirse rápidamente en un verdadero desastre.