Era una noche como cualquier otra en Can Pastilla, cuando un hombre se dirigía hacia su coche alrededor de las 4:00 de la mañana. Sin embargo, lo que comenzó como un simple paseo pronto se tornó en una pesadilla. Un joven, con una actitud desafiante y una navaja en mano, se interpuso en su camino y le exigió que le entregara el dinero. En ese momento, el miedo hizo mella; no había más opción que darle lo que llevaba. Así fue como el ladrón logró apoderarse de dos billetes antes de desaparecer entre las sombras.
La víctima, aún temblando por la experiencia vivida, no dudó en llamar a la Policía Nacional para denunciar lo ocurrido. Con cada detalle que ofrecía sobre el asaltante y las calles por donde había escapado, sus palabras mostraban la impotencia de haber sido despojado así, a plena luz de la luna.
La rápida respuesta policial
En cuestión de minutos, una patrulla llegó al lugar para atender al hombre afectado. Con gran empatía y profesionalidad, los agentes le ofrecieron apoyo y decidieron acompañarlo a realizar una batida por los alrededores en busca del ladrón. Mientras tanto, otro equipo del Grupo Operativo de Respuesta patrullaba esa misma zona y coincidió con un joven cuyas características físicas eran exactamente las que había descrito la víctima.
No pasó mucho tiempo antes de que el joven fuera reconocido y finalmente detenido como presunto autor del robo con violencia e intimidación. Y para añadir más peso a esta historia ya angustiante, se encontró una navaja cerca del lugar donde fue arrestado. Este tipo de situaciones nos recuerda lo vulnerables que podemos ser ante actos tan despreciables; sin embargo, gracias a la diligente actuación policial, al menos esta vez hubo justicia.