Era una noche de celebración en Cala Bona. Juana Mari, su marido y su pequeña disfrutaban de una cena acompañada de fuegos artificiales en el bar Playa. La diversión reinaba hasta que, al regresar al aparcamiento alrededor de las once, se encontraron con un panorama desolador. «Cual fue nuestra sorpresa cuando escuchamos puuuum, un golpetazo; mi marido apretó el paso porque yo iba con la pequeña en brazos y al llegar nos topamos con eso», relata Juana con incredulidad.
Un acto incomprensible
Alguien había hecho añicos la luna trasera del coche, pero lo más extraño era que no habían robado nada. «Incluso mi bolso estaba ahí, en el asiento del copiloto, y seguía intacto. Había otros coches aparcados y nada; todos estaban a salvo. Cuando abrimos el coche, vimos la piedra que había llegado hasta los pies del asiento del conductor», continúa Juana visiblemente afectada.
El matrimonio no dudó en poner la denuncia correspondiente. Aunque solo pudieron ver a un hombre huyendo en un coche gris, se sintieron respaldados por la rápida actuación policial. «La Policía vino enseguida e hizo fotos; sabemos que hay una cámara por la zona y estamos esperando a que revisen las grabaciones para que esta gamberrada no quede impune», afirma decidida Juana.
Tuvieron que regresar a casa con los cristales rotos, cubriendo los daños temporales con un plástico: «No tengo más remedio que seguir usando el coche para trabajar; afortunadamente el seguro cubrirá el cristal y podremos arreglarlo pronto», concluye con un suspiro de resignación ante este absurdo suceso.