En el corazón de Palma, un edificio de cuatro plantas ha visto cómo su comunidad se convierte en escenario de tensiones. La historia comienza con una piscina de cinco toneladas que, por razones de seguridad, tuvo que ser vaciada a la fuerza. Los vecinos, cansados y preocupados, han alzado la voz: «Son okupas y llenaron la piscina con el agua de nuestra comunidad», dice uno de ellos, quien prefiere permanecer en el anonimato.
Una situación insostenible
A simple vista, la fachada del edificio grita por ayuda. Con pintura descascarada y suciedad acumulada, refleja el deterioro que siente su comunidad. Mientras algunos vecinos se muestran reacios a hablar por miedo a represalias, otros como una mujer del último piso confirman lo que muchos piensan: «No tengo buena relación con ellos; son okupas». Las acusaciones no se detienen ahí; ella asegura que estos intrusos forzaron la entrada principal y ahora entran y salen como si nada.
Lo más alarmante es cómo esta situación ha empeorado con los años. La misma vecina lamenta la falta de apoyo: «No tenemos a quién acudir; nadie limpia ni arregla». En un intento por entender qué está pasando, al tocar el timbre donde está ubicada la famosa piscina, responde una niña pequeña. Su madre aparece tras ella y reconoce ser la residente del lugar donde todo se complica.
La moradora intenta justificar su situación diciendo que cuando llegaron los técnicos del Ajuntament para inspeccionar el lugar, minimizaron el problema e incluso le aconsejaron solo reducir un poco el nivel del agua. Pero lo cierto es que tras las advertencias realizadas por bomberos y policía sobre los peligros de tener esa cantidad de agua en una terraza —más de cinco toneladas— dos días después la piscina seguía semillena.
Este conflicto no es nuevo; la casa fue okupada hace unos meses y desde entonces ha sido un tira y afloja constante entre propietarios e inquilinos ilegales. El dueño, representado por su abogado Javier Vidal, no puede evitar lamentar cómo han arruinado su propiedad: han roto depósitos de agua e incluso instalado fibra óptica para Internet sin permiso. Y aunque se cruzaron en algún momento con los okupas, parece que no hay marcha atrás.