La reciente detención de un hombre en Muro ha conmocionado a la comunidad. Este arresto forma parte de una macrooperación que ha llevado a 61 personas tras las rejas y a otras 17 imputadas en todo el país, por delitos relacionados con la explotación sexual infantil. Los agentes de la Policía Nacional no han escatimado esfuerzos: más de 100 registros se realizaron por diversas provincias, desmantelando redes oscuras que operan a plena luz del día.
Una red inquietante
Entre los detenidos hay figuras que deberían ser ejemplos para nuestra sociedad: un ingeniero informático con conocimientos técnicos avanzados, un exmilitar que tenía un arsenal de armas en su casa y hasta un profesor de secundaria con menores bajo su responsabilidad. Este último, según informes, habría aprovechado su posición para grabar contenidos totalmente ilícitos. Es desgarrador pensar que quienes deberían proteger a nuestros niños pueden caer tan bajo.
El detenido en Muro regenta un negocio local y, tras revisar sus dispositivos electrónicos, los agentes del Grupo Delincuencia Económica y Delitos Tecnológicos encontraron nada menos que 46 archivos pedófilos. ¿Cómo puede suceder esto? La respuesta es aterradora: estos delitos son más comunes de lo que nos gustaría pensar.
Más de 200 agentes participaron activamente en esta investigación exhaustiva. Durante las inspecciones, se incautaron grandes cantidades de material informático: 37 teléfonos móviles, 63 ordenadores y más de 1.600 dispositivos de almacenamiento. Cada uno de esos artículos era una pieza del puzzle que confirma la actividad delictiva inquietante de estos individuos.
A medida que avanza esta operación coordinada por la Unidad Central de Ciberdelincuencia junto con la Fiscalía Especial de Criminalidad Informática, queda claro el mensaje: compartir o almacenar este tipo de contenido no solo es moralmente inaceptable; también es un delito grave.