La situación en Palma ha llegado a un punto insostenible. Un grupo de siete personas ha sido detenido tras ser acusados de extorsionar a inquilinos, amenazándoles de muerte si no aceptaban desorbitadas subidas de alquiler. Todo comenzó cuando las denuncias empezaron a acumularse; la gente estaba asustada y decidida a hablar.
Un entramado familiar detrás del miedo
Las investigaciones revelaron que muchos de los detenidos estaban conectados por lazos familiares o cercanos. Estos individuos, que se dedicaban a gestionar viviendas, apuntaban especialmente a aquellos que ya estaban en una situación precaria. Inquilinos que buscaban un hogar se veían atrapados en un juego macabro: unas veces pagaban el alquiler sin problemas, pero al poco tiempo comenzaban las exigencias absurdas. Si decías que no o tenías algún retraso, entonces llegaba la intimidación. La Policía Nacional en Palma ha señalado que estas personas «sometían a sus víctimas a coacciones para forzarlas a seguir pagando» o incluso para que abandonaran su hogar y poder alquilarlo nuevamente.
Cada uno de los arrestados tenía su papel en esta trama oscura: algunos eran propietarios directos, otros actuaban como intermediarios o captadores. Y luego estaban los más temidos, aquellos que se presentaban en las viviendas para ejercer la presión necesaria. El miércoles pasado, la policía llevó a cabo un operativo impresionante: seis fueron arrestados ese día y otro más cayó al día siguiente. La comunidad respira aliviada, pero también frustrada por lo sucedido.