En una sala de la Audiencia de Palma, se vivieron momentos que dejan sin aliento. La madre de un niño, visiblemente afectada, se refirió a su agresor simplemente como «el ser», un término cargado de desprecio y dolor. Este hombre, según los testimonios, violó a su hijo durante años en Inca, utilizando morfina para someterlo. Una mezcla de incredulidad y rabia recorre la historia que nos comparten.
Un hogar convertido en infierno
El acusado, un español de 42 años y exmarido de un amigo de la madre del menor, había sido acogido en su casa tras una separación. Ella misma lo confesó: «Es lo peor que hice en mi vida». Mientras ese monstruo hacía creer al niño que era su padre, el pequeño sufría en silencio las agresiones desde 2018 hasta 2022. Esa inocencia fue doblegada por el miedo; el hombre lo amenazaba con hacer daño a su madre y a su hermano si alguna vez se atrevía a hablar.
Hoy el niño tiene 17 años y ha confirmado ante el tribunal esas terribles experiencias. El acusado, detenido en Italia y extraditado a España, continúa negando cualquier culpa: «Nunca le he agredido. Soy inocente», dice cansado de esta pesadilla que parece no tener fin. Sin embargo, las palabras del fiscal Antonio Aponte son contundentes: reclama 15 años de cárcel para él y una indemnización de 30.000 euros por daños morales al menor.
Aponte destaca cómo el acusado creó un ambiente aterrador para el niño: «El vaso de leche con morfina dejaba al menor totalmente adormilado». No hay excusas ni justificaciones; solo dolor y muchas preguntas sobre cómo pudo suceder algo así bajo el mismo techo donde deberían estar protegidos.