En un giro inesperado de los acontecimientos, un agente de la Policía Local de Santanyí ha sido condenado y ha ingresado en prisión tras haber agredido a su esposa. Todo comenzó hace unos meses, cuando el 21 de marzo, su pareja llegó al hospital de Manacor con lesiones visibles en las costillas y la cara. Aunque ella intentó minimizar lo sucedido diciendo que se había hecho daño sola, los médicos no se tragaron el cuento y decidieron alertar a la Guardia Civil.
La verdad sale a la luz
Las investigaciones revelaron que esos golpes tan dolorosos provenían del propio agente, quien fue detenido poco después. Seis días más tarde, este hombre se presentó ante el juez en un juicio rápido y aceptó dos años de prisión por el delito de lesiones. Sin embargo, la historia no acaba ahí: también le impusieron una prohibición de acercarse a su expareja durante casi tres años.
Parece que la lección no caló hondo, ya que al día siguiente rompió la orden judicial al intentar comunicarse con ella mediante una videollamada. El primer contacto fue con un familiar de la mujer, pero eso fue suficiente para que lo arrestaran nuevamente. En otro juicio rápido aceptó cuatro meses más por quebrantamiento y así quedó claro que su futuro estaba sellado.
Días después, el Juzgado Penal 8 decidió que no habría suspensión extraordinaria de penas y le mandó directo a prisión para cumplir dos años y cuatro meses detrás de las rejas. La situación es crítica; tras el primer arresto, el Ayuntamiento de Santanyí le abrió un expediente disciplinario y lo apartó del cuerpo policial donde llevaba varios años sirviendo.
Esta historia nos recuerda cómo las decisiones erradas pueden llevarnos a situaciones devastadoras. Un hombre que era parte del servicio público ahora enfrenta las consecuencias de sus actos violentos.