La historia que nos llega desde la Colònia de Sant Jordi es desgarradora. Un padre ha sido condenado a ocho años y diez meses de prisión por agredir a su propia hija, una bebé de apenas tres meses, entre julio y octubre de 2022. Todo ocurrió en un entorno que debería ser de amor y protección, pero que se convirtió en un escenario aterrador para esta pequeña.
El juicio, celebrado el pasado mes de mayo en Vía Alemania, reveló una serie de hechos escalofriantes. El acusado no tuvo reparos en admitir lo que había hecho y lo achacó al consumo de drogas. Sin embargo, esto no borra el dolor infligido a la niña ni el horror del que fue testigo. La jueza tomó nota de todo: desde las fracturas costales hasta las hematomas, dejando claro que aquí había un caso serio de maltrato continuado.
Días oscuros para una inocente
Los golpes comenzaron cuando la pequeña tenía solo diez días. Fracturas, luxaciones y hasta un episodio donde le introdujo una toallita en la boca provocándole un atragantamiento… son imágenes que nos duelen profundamente. Fue en el hospital Son Espases donde se activó el protocolo por sospecha de maltrato infantil; ahí empezaron a salir a la luz las heridas no accidentales.
A pesar del horror vivido por su hija, la madre quedó absuelta, alegando desconocimiento sobre las acciones del padre. Y mientras tanto, este hombre deberá indemnizar a su propia hija con 10.000 euros, además de perder toda patria potestad sobre ella. En el juicio, mientras defendía sus acciones con excusas débiles como ‘accidentes’, el fiscal no dudó en calificar estas agresiones como ‘salvajes’.
Aún queda camino por recorrer porque esta sentencia no es firme y puede ser recurrida ante la Audiencia de Palma. Pero nosotros nos preguntamos: ¿cómo puede existir tanta crueldad hacia quienes más necesitan cariño? Este caso es un llamado a abrir los ojos ante situaciones tan terribles como estas.