En una tranquila noche del pasado sábado, alrededor de las 23:00 horas, la calma en Cala Rajada se rompió de forma abrupta. Un conductor de minibús, que solo buscaba cumplir con su trabajo, fue víctima de una agresión brutal en una estrecha calle del popular núcleo turístico de Capdepera. ¿La razón? Se detuvo apenas «dos minutos» frente a un hotel para descargar pasajeros.
Todo comenzó cuando el conductor se encontró sin un espacio adecuado para estacionar. Al no hallar una zona de carga y descarga disponible, decidió parar momentáneamente en medio de la vía. En ese instante, un hombre al volante de una furgoneta particular, acompañado por una mujer y un niño, empezó a gritarle: «¡Quítate de en medio!». La respuesta del conductor fue calmada y sencilla: «Dos minutos», mientras levantaba la mano en señal de disculpa.
Reacciones tras la agresión
Pero esa actitud no fue suficiente para evitar lo inevitable. El impaciente motorista optó por subirse a la acera para sortear al minibús y seguir su camino. Sin embargo, tras lograrlo, decidió bajarse del vehículo y propinarle un puñetazo al conductor delante de los mismos clientes que acababan de descender del autobús.
Después del violento altercado, tanto la empresa para la que trabaja el agredido como la patronal del transporte han expresado su firme apoyo hacia él. Se ha presentado una denuncia ante la Guardia Civil de Artà. Desde la empresa mencionan con preocupación: «Estás trabajando y te embiste; la agresividad que sufrimos es terrible».
La Federación Balear de Transportes (FEBT) también ha condenado este acto con rotundidad. Su presidente, Rafael Roig, señala que hace tiempo que se está pidiendo a los ayuntamientos más zonas habilitadas para carga y descarga en las áreas urbanas y turísticas. Esto ayudaría a facilitar el trabajo diario a los transportistas sin generar problemas en el tráfico para otros conductores.
A pesar del golpe recibido, el conductor ya ha regresado a su puesto; aunque es evidente que este tipo de experiencias dejan huella. Por eso es crucial prestar atención al impacto psicológico que puede surgir después de vivir situaciones tan adversas.