La historia que hoy traemos nos deja un nudo en el estómago. En Palma, la Fiscalía ha pedido tres años y medio de cárcel para un hombre de 35 años, natural de Camerún, acusado de agredir sexualmente a una compañera en una residencia de ancianos. Lo que debería ser un lugar seguro se convirtió en escenario de una situación escalofriante.
Los hechos se remontan al 16 de marzo de este año, cuando el acusado entró a la residencia donde trabajaba y decidió acercarse a la víctima. Sin ningún respeto por su voluntad, le tocó los pechos y hasta restregó sus genitales contra sus nalgas. En ese momento, ella intentó hacerle entender que no quería aquello: «No me toques, estate quieto», le dijo claramente. Pero él ignoró su reclamo y continuó con su comportamiento inaceptable.
Un caso que exige justicia
A las 19:30 horas, el hombre volvió a abrazar a la mujer por detrás e insistió con sus tocamientos indecorosos. La Fiscalía no solo lo acusa de agresión sexual, sino que también busca que se le indemnice a la víctima con 2.000 euros por daños morales. Y es que nadie debería tener que pasar por algo así en su lugar de trabajo.
El Ministerio Público ha dejado claro que si este hombre es condenado, además del tiempo tras las rejas, se buscará su expulsión del país. La indignación ante estos actos crece cada día más entre nosotros, porque estamos cansados de ver cómo casos como este ocurren sin mayores repercusiones.