Todo comenzó una tarde de junio, cuando un hombre español decidió irrumpir en la casa de un familiar con la intención de sembrar el miedo. Armado hasta los dientes con dos katanas, no tardó en hacer sentir su amenaza, gritando que iba a «rajar» y «sacar las tripas» de su pariente. La situación era tan tensa que las víctimas no tuvieron más remedio que refugiarse en una habitación, esperando que llegaran los agentes de Policía Nacional y Local.
La intervención policial
Apenas recibieron la alerta al 091, los policías se dirigieron al lugar y encontraron al sospechoso tumbado sobre un colchón, con las armas desenvainadas a su alcance. La escena era digna de una película de acción. Pero esta no era ficción; era una realidad aterradora para quienes estaban dentro del hogar. Al verse rodeado por los agentes, el hombre hizo un movimiento temerario intentando agarrar una de sus katanas, ignorando las órdenes claras de los policías.
Fue entonces cuando uno de los funcionarios tuvo que recurrir a un dispositivo inmovilizador eléctrico para poder reducirlo y detenerlo sin más incidentes. Tras su captura, el individuo fue puesto a disposición judicial donde se le dictó prisión provisional. Todo un espectáculo que deja claro que algunas personas parecen haber olvidado lo esencial: vivir en paz.