La tarde del jueves, el barrio de es Camp Redó, y más específicamente la zona de Corea, se convirtió en el escenario de una intensa operación policial. Decenas de agentes de la Policía Nacional se lanzaron a las calles con un objetivo claro: desarticular una red que, a simple vista, parecía estar funcionando sin problemas. Pero las apariencias engañan.
Los policías no tardaron en hacerse con diferentes cantidades de marihuana, hachís y cocaína tras registrar tres viviendas donde residían los presuntos narcotraficantes. Dos hombres y una mujer fueron detenidos en este operativo, y lo curioso es que compartían a una misma persona encargada de alertarles sobre la llegada de las autoridades, conocido como el aguador. ¿Te imaginas? Uno tenía su punto por aquí, otro por allá, pero todos contaban con su propio sistema de aviso.
Una red compleja pero unida por el mismo hilo
A medida que avanzaba la investigación, los agentes notaron que cada uno de estos puntos era un hervidero constante. Compradores llegaban a toda hora para hacerse con sus dosis. En uno se vendía cocaína y marihuana; en otro solo cocaína; mientras que el tercero ofrecía una mezcla explosiva: hachís, marihuana y cocaína. Es casi increíble pensar que aunque no había vínculos claros entre ellos en la venta directa, sí tenían esa conexión común.
Aparte del arresto de estos tres individuos, los agentes también lograron incautar dinero en efectivo y herramientas típicas del comercio ilegal: balanzas de precisión y hasta una carabina. Todo ello bajo la mirada atenta del equipo especializado contra la droga y el crimen organizado. Sin duda alguna, esta pequeña batalla contra el narcotráfico nos recuerda lo importante que es estar alerta ante lo que ocurre a nuestro alrededor.