Era un lunes cualquiera en el parc de sa Riera de Palma, alrededor de las 18:30 horas, cuando la tranquilidad del lugar se vio interrumpida por una escena inquietante. Una mujer que paseaba por el parque se topó con dos pequeñas, nerviosas y llorando, intentando despertar a un hombre que parecía haber caído en un profundo sueño. Pero no era un simple transeúnte; era el padre de las niñas, y estaba completamente borracho.
Un acto irresponsable que no puede pasar desapercibido
La mujer, alarmada ante la situación, no dudó en llamar a la Policía Nacional. Cuando los agentes llegaron al lugar, encontraron al hombre recuperando la consciencia entre los efluvios del alcohol. Su estado era preocupante: dificultades para hablar y problemas de equilibrio que lo hacían incapaz de cuidar a sus hijas, ambas de tan solo cuatro años.
Testigos contaron que las pequeñas llevaban al menos tres horas solas en el parque. El padre intentó justificarse diciendo que había llevado a las niñas con permiso de su bisabuela para asistir a una fiesta familiar. La bisabuela corroboró su historia, pero eso no cambia el hecho de que dejó a sus hijas en una situación vulnerable.
Afortunadamente, las pequeñas fueron acompañadas por una ambulancia hasta casa de su bisabuela. En cuanto al padre, tras ser puesto a disposición judicial y asistido por su abogada Concepción Rebassa, se decidió su liberación bajo medidas cautelares: no podrá acercarse a menos de 300 metros de sus hijas ni tendrá derecho a visitas. Sin duda, una lección dura pero necesaria sobre la responsabilidad parental.