En el barrio de es Carnatge, la tragedia se asoma entre las sombras. Melanio Valverde, conocido por su cercanía y bondad, se ha convertido en el centro de una historia desgarradora que nos recuerda lo frágil que puede ser la vida. Su amigo, con lágrimas en los ojos, recordó este jueves en el juicio cómo era un hombre «maravilloso» e incapaz de hacer daño a nadie. Pero el destino le jugó una mala pasada y acabó envuelto en una espiral de marginalidad.
Una vida marcada por la lucha
A sus 56 años, este ecuatoriano no era solo un nombre más; era Cristian para muchos. Un soldador profesional que, a pesar de las adversidades, siempre mantenía su puerta abierta para aquellos que llamaban. «Siempre tuvo gente a su alrededor», compartió su amigo, aunque algunos no parecían ser verdaderos amigos. Las noches solitarias eran menos duras cuando alguien se quedaba a dormir en su chabola, donde encontró su trágico final el 25 de enero de 2022.
El testimonio del amigo revela una profunda tristeza: Melanio había comenzado a sentir miedo. «Dormía con un ojo abierto», confesó mientras recordaba cómo le contó sobre sus temores: “Un día vendrán aquí por la noche, me matarán y tirarán una cerilla”. La inquietud llenaba sus días como una sombra constante.
Cuando el tribunal preguntó si había mencionado a alguien específico que le causara temor, la respuesta fue clara: no podía asegurarlo al cien por cien. La verdad es que aquella zona tenía fama de peligrosa y eso lo sabían todos.
En un momento conmovedor del juicio, el amigo pidió permiso al presidente del tribunal para expresar unas palabras finales sobre Cristian. Su voz temblaba mientras decía: “No era un marginal cualquiera; era una persona buenísima”. Añadió que estaba cerca de cambiar su vida gracias a una oferta laboral en Italia que le había conseguido su hermana, justo antes de caer en esta trampa mortal entre gente indeseable.
Melanio no merecía este final trágico. Y nosotros tampoco deberíamos olvidar historias como la suya porque son un recordatorio poderoso sobre lo valiosas que son nuestras vidas.