El pasado 31 de mayo, a eso de la una del mediodía, un día que prometía ser tranquilo en Palma se tornó en un verdadero caos. Todo comenzó cuando dos agentes de la Policía Local decidieron hacer una intervención rutinaria en el Parc de Mar, donde varios vendedores ambulantes no autorizados estaban haciendo de las suyas. La situación dio un giro inesperado cuando estos vendedores, al darse cuenta de la presencia policial, salieron corriendo como si hubieran visto un fantasma, dejando atrás parte de su mercancía.
Pero ahí no acabó la historia. Mientras los agentes intentaban recoger lo abandonado, un grupo cada vez más numeroso comenzó a rodearlos. Entre ellos, uno en particular tomó la iniciativa y empezó a incitar a los demás a interferir en el trabajo policial para recuperar lo que habían dejado atrás. La tensión estaba palpable; todos podíamos sentir cómo el ambiente se cargaba.
Una intervención necesaria
Ante esta creciente presión, los policías pidieron refuerzos para garantizar su seguridad. Fue entonces cuando uno de los vendedores se lanzó hacia uno de los agentes en un intento desesperado por recuperar su mercancía. El forcejeo hizo que el policía cayera al suelo y sufriera lesiones leves. No era momento para desmayos: con la llegada rápida de otras patrullas, el grupo comenzó a dispersarse.
Los agentes continuaron con su labor y terminaron incautando nada menos que 206 artículos falsificados. Pero la historia no termina aquí; aquel instigador del altercado, un hombre senegalés de 44 años que había logrado escabullirse, fue localizado poco después en el Passeig Marítim gracias al esfuerzo conjunto de otra unidad policial.
Tras completar todas las diligencias pertinentes por parte del Sala de Atestados, este hombre fue llevado ante la justicia. Una jornada tensa que recuerda que detrás del comercio ambulante hay historias complejas y momentos difíciles.