La historia que hoy nos ocupa es, sin duda, una de esas que nos deja con la boca abierta. Un anciano de 82 años ha sido condenado a un año y tres meses de prisión tras haber entrado sin permiso en el hogar de tres jóvenes mallorquinas en Formentera. Su objetivo era nada menos que olfatear las bragas de las chicas después de rebuscar entre la ropa sucia. ¿Qué se le pasaría por la cabeza al hombre? La verdad es que resulta difícil entenderlo.
Un descubrimiento inquietante
Los hechos tuvieron lugar el pasado septiembre, cuando las jóvenes se mudaron a un apartamento alquilado a la esposa del acusado. Pronto empezaron a notar algo raro: sentían que alguien entraba en su casa sin avisar. Ante esta sospecha, decidieron instalar cámaras de seguridad para descubrir al intruso. Lo que vieron fue simplemente escalofriante: el marido de la arrendadora entraba casi a diario y se dedicaba a buscar entre sus pertenencias personales.
Al darse cuenta del impacto emocional que esto podría causarles, no dudaron en denunciarlo ante la Guardia Civil. Gracias a su rápida actuación, el hombre fue arrestado y ahora tendrá que pagar 2.500 euros a cada una de las víctimas como compensación por lo ocurrido.
Aunque su pena ha quedado suspendida durante dos años —una decisión que muchos podrían considerar escasa— el anciano deberá mantenerse alejado de cualquier delito durante ese tiempo. Esta situación nos hace reflexionar sobre hasta dónde llega la falta de respeto hacia los demás y cómo algunas acciones pueden marcar profundamente nuestra vida cotidiana.