La Avícola Son Perot S.A, situada en Llucmajor y conocida como la mayor productora de aves en las Islas Baleares, ha caído en el ojo del huracán tras ser denunciada ante la Fiscalía de Medio Ambiente. Dos asociaciones animalistas, ARDE (Animal Respect and Defense of the Environment) y Satya Baleares, han alzado la voz acusando a la explotación de presuntos delitos que afectan tanto a la salud pública como al bienestar animal.
Las desgarradoras imágenes que han salido a la luz revelan un escenario desolador: aves sobreviviendo entre cadáveres en descomposición y ratas campando a sus anchas. A pesar de contar con el sello de bienestar animal, los denunciantes argumentan que esta situación es completamente incompatible con cualquier estándar mínimamente aceptable. Y no están solos; miles de vecinos se han sumado a las quejas por plagas de moscas y olores insoportables que invaden sus hogares.
Una lucha por el cierre
De hecho, estos vecinos han llegado a manifestar problemas médicos graves como afecciones respiratorias e incluso vómitos. Natalia García, una vecina afectada, relata: “Es desesperante vivir así. En verano tenemos que encerrarnos para evitar respirar aire contaminado”. Y no es para menos; las entidades animales exigen el cierre inmediato de esta granja, señalando que no solo opera sin permisos ambientales adecuados, sino que ya fue multada en 2024 con 150.000 euros por irregularidades.
No obstante, lo más alarmante son las condiciones observadas en los vídeos grabados por ARDE, donde se ven ratas correteando y cadáveres putrefactos en contenedores repletos de gusanos. ¿Cómo puede ser posible que un lugar así cuente con un certificado de bienestar? La presidenta de Satya Animal, Marina Sánchez, critica duramente: “Este certificado se ha convertido en una mera herramienta de marketing; los consumidores creen que apoyan el bienestar animal cuando realmente están financiando una explotación cruel”.
A lo largo del tiempo, esta empresa ha suscitado controversias recurrentes; su intento anterior de construir la macrogranja más grande del país provocó una ola de protestas ciudadanas y finalmente fue paralizado por el Govern balear. Lo cierto es que más de 9.000 personas parecen haber sido afectadas directamente por esta situación deplorable.
Mientras Avícola Son Perot defiende su reputación asegurando seguir rigurosos controles y auditorías periódicas, muchos se preguntan si esto es suficiente ante un panorama tan sombrío. Xisco Amaya, otro vecino angustiado concluye: “No quiero irme; sólo deseo que esta pesadilla termine”. Las organizaciones medioambientales continúan presionando para poner fin a estas prácticas insostenibles y peligrosas.