En las últimas 24 horas, Palma ha sido testigo de un preocupante repunte de la siniestralidad vial. Cuatro accidentes de tráfico han dejado a los ciudadanos con el corazón en un puño y la sensación de que algo no marcha bien. Algunos de estos siniestros, tristemente, están ligados al consumo de alcohol y a una velocidad excesiva, factores que, una vez más, han puesto en el punto de mira a la Policía Local.
Momentos de tensión y miedo entre los viandantes
El último accidente ocurrió este lunes por la tarde en la calle Monseñor Palmer. Un coche se subió a la acera, derribando varios pivotes metálicos que protegen a los peatones justo frente al restaurante japonés Izakaya. Afortunadamente, no hubo heridos, pero el susto fue considerable para quienes pasaban por allí.
Aún resonando las sirenas del fin de semana anterior, nos encontramos con otro incidente escalofriante: en plena madrugada del domingo, una conductora perdió el control de su vehículo tras cuatriplicar la tasa de alcohol permitida. Su coche terminó sobre la mediana de la avenida del Comte de Sallent. Aunque nadie resultó gravemente herido, las alarmas sobre seguridad vial comenzaron a sonar con fuerza.
Poco después, otro accidente dejó boquiabiertos a muchos: un Volkswagen Golf circulaba como si estuviera en una carrera y acabó impactando contra un coche aparcado tras perder el control. El conductor salió ileso; sin embargo, también dio positivo en alcohol. Un patrón preocupante que no podemos ignorar.
Pero eso no es todo. La Policía Local también informó sobre un cuarto accidente donde otro conductor estampó su vehículo contra un poste del tren de Sóller en Eusebi Estada mientras manipulaba distraído la pantalla del coche. Esta cadena incesante de incidentes ha motivado un refuerzo urgente de los controles preventivos en las principales arterias de Palma.
Las estadísticas son inquietantes: las víctimas mortales por accidentes han aumentado un 20% solo durante este año. Y aunque aún queda mucho por recorrer hasta final del semestre, esta cifra ya ha encendido todas las alarmas dentro y fuera de nuestras instituciones.
Algunos expertos apuntan que el colapso diario del tráfico podría ser parte del problema; estrés y prisas se combinan para favorecer maniobras arriesgadas y errores humanos evitables si solo se condujera con más conciencia. Con este panorama desalentador sobre la mesa, las autoridades hacen un llamado urgente a nuestra responsabilidad individual mientras consideran reforzar los controles de alcoholemia y revisar cómo está planteada nuestra ciudad para reducir esos puntos negros que amenazan nuestra seguridad.