Era una noche cualquiera en Santa Ponça, pero para un turista escocés de 29 años, el 11 de mayo se convirtió en una verdadera odisea. Después de dejarse llevar por la fiesta y la bebida, el joven se encontró perdido en el polígono de Son Bugadelles. En ese estado, decidió que robar era la mejor idea. Así fue como destrozó la puerta de una nave y salió con material de oficina, como si eso fuera a resolver su resaca al día siguiente.
Una noche que terminó mal
Los daños causados fueron cuantiosos; nada menos que más de 5.000 euros, según los informes judiciales. El propietario del negocio no tardó en presentar una denuncia ante la Guardia Civil de Calvià tras descubrir el robo. Los agentes comenzaron su investigación y, después de inspeccionar el local, encontraron un detalle crucial: ¡el teléfono móvil del ladrón! Olvidado durante su incursión delictiva.
La madrugada trajo consigo a los guardias civiles hasta el hotel donde se alojaba nuestro protagonista, quien todavía estaba lidiando con las consecuencias de sus excesos nocturnos. Lo detuvieron por robo con fuerza justo cuando se disponía a volver a Escocia, pero su vuelo ya había despegado sin él. Una lección amarga sobre cómo una noche loca puede acabar en un gran lío.