El martes, mientras los policías y operarios se marchaban del poblado, los narcos de Son Banya decidieron que era el momento perfecto para hacer lo que mejor saben: construir una nueva caseta ilegal. Con un aire chulesco, alguien se atrevió a decir: «Aquí mandamos nosotros, no es tan difícil de entender». Y así, en menos de 24 horas, lo hicieron. ¿A quién le importa la ley cuando se tiene el control?
Una guerra abierta contra las autoridades
Aseguran que si el Ayuntamiento tiene que volver cada vez que ellos rompen las normas, eso va a costarles caro. Se ríen de los operarios con desdén: «Son de contrachapado de madera. Es más fácil levantarlas que derribarlas». Este desafío viene de un clan específico; uno de los ocho grupos que han tomado el gueto tras la caída de ‘La Paca’ y sus hijos. Ellos están dispuestos a entrar en una guerra abierta contra el alcalde Jaime Martínez.
Los traficantes sienten que no pueden dar ni un paso atrás. Si dejan de construir sus puntos de venta al borde del camino, piensan que habrán perdido mucho ante los ojos del público y su reputación se vería afectada. Por eso optan por mostrar un lenguaje belicoso y actuar con firmeza: «Montar cuatro tablas no cuesta nada. A ellos, en cambio, sí».
Así fue como después de marcharse los últimos operativos policiales, este clan dio luz verde a su proyecto nocturno. En cuestión de horas, la nueva caseta ya estaba funcionando y recibiendo a compradores ansiosos por adquirir su dosis diaria de cocaína.
Fuentes del cuartel de San Fernando han indicado que esta construcción será derribada pronto, probablemente la próxima semana. Pero sabiendo cómo funcionan las cosas allí, es muy probable que para entonces ya haya surgido otra más.