La escena fue impactante. En cuestión de segundos, una grúa municipal desmanteló aquella chabola de 45 metros cuadrados que los narcos habían construido con orgullo, decorada con los colores de la bandera española. Su intención era clara: que la Policía le tuviera respeto por ‘patriotismo’. Sin embargo, lo que pasó fue todo lo contrario.
Los clanes gitanos no tardaron en alzar su voz, lamentando esta decisión del Ajuntament de Palma. Se quejan con indignación de que «no respetan nada, ni siquiera la bandera española». Pero desde Cort tienen una respuesta bien firme: esa estructura no era más que un punto de venta de drogas y, como tal, ha sido tratada sin contemplaciones. La ley es la ley.
Una batalla contra la impunidad
Y eso no fue todo. En la parte trasera había otras dos construcciones menores y las grúas también se encargaron de ellas. Para asegurar el proceso, un cordón policial vigilaba que los traficantes no se acercaran demasiado a los operarios; una medida necesaria para garantizar que el trabajo se hiciera sin problemas.
Cort ha declarado oficialmente la guerra a esa impunidad urbanística que hasta hace poco permitía a estos traficantes hacer y deshacer a su antojo. «Esto se ha acabado», afirmó un mando del cuartel de San Fernando esta mañana. «Cualquier construcción que levanten será derribada en pocos días. Si no entienden el mensaje, peor para ellos».
Dentro de la casa ‘patriótica’, la Policía Científica comenzó su trabajo buscando huellas y pruebas sobre aquellos que durante estos días habían estado comerciando drogas entre las paredes de ese refugio improvisado. El cambio está en marcha y parece claro: Son Banya ya no será lo mismo.