Era una noche como cualquier otra, pero para Juan Jesús del Toro Romero, de solo 24 años, todo estaba lleno de esperanza. En diciembre de 2008, se embarcó en un ferry con destino a Palma, emocionado por conocer a su hijo recién nacido. Nadie podía imaginar que ese viaje marcaría un antes y un después en la vida de su familia.
En aquel entonces, Juan Jesús era un carpintero de Son Servera con sueños e ilusiones. Sin embargo, esa ilusión se tornó en desasosiego cuando no llegó a su destino. Sus familiares recordaron que «estaba súper ilusionado con conocer a su hijo» y que no existía posibilidad alguna de que saltara desde la cubierta del barco. Se le vio embarcarse en las cámaras de seguridad, pero algo debió suceder durante el trayecto.
Un viaje sin retorno
El joven viajaba con 80 euros y un cheque nominal de 400 euros en el bolsillo. La noche avanzaba y el ferry partió a la 01:30 horas, pero no se sabía nada más de él. Su maleta quedó olvidada en el barco; un detalle que dejó inquietos a sus seres queridos. «Queremos averiguar su paradero», clamaban angustiados al principio. Con cada día que pasaba sin noticias, la desesperación aumentaba.
Las semanas transcurrieron lentamente y el miedo se apoderó del ambiente familiar. «Tememos lo peor», admitieron sus allegados mientras trataban de entender qué había pasado realmente esa noche fatídica. El testimonio sobre un hombre sospechoso que había estado hablando con Juan Jesús comenzó a tomar fuerza entre las teorías sobre su desaparición.
A finales de enero de 2009, las investigaciones llevaron a la detención de un indigente marroquí que coincidió con Juan Jesús en cubierta. Las cámaras mostraron cómo conversaban juntos antes de que solo regresara al interior el sospechoso. Al principio negó conocerlo; sin embargo, pronto se encontró acorralado por los testimonios y tuvo que admitir haber hablado con él, aunque insistió en que nada ocurrió más allá de eso.
A pesar del revuelo mediático y la presión familiar para encontrar respuestas claras, este hombre fue liberado porque nunca apareció el cuerpo del joven carpintero. El tiempo seguía avanzando sin poder hacer justicia por aquella ilusión truncada.