En la tranquila calle Teixos de sa Coma, donde Nicolás solía caminar con su inconfundible sonrisa, este miércoles por la mañana todo parecía igual. Un residente comentaba con desgano: «Lo de cada día». Sin embargo, en el aire flotaba una sensación extraña. A lo lejos, algunos turistas se apresuraban a cruzar la calle para llegar a sus hoteles, mientras autobuses y camiones descargaban mercancías en los establecimientos cercanos. Era un día como cualquier otro… o al menos eso parecía.
Recordando a Nicolás
Alejandro, un joven del barrio que pasea a su perro por la zona ajardinada, decide detenerse. Después de varios intentos fallidos de conversar con otros vecinos, él es el único que se atreve a hablar sobre lo sucedido. Con los ojos todavía llenos de tristeza, recuerda: «Era el típico que al verlo y hablar con él pensabas ‘qué buena persona es’. Lo conocía desde siempre; fuimos al mismo instituto. Su familia son todos buena gente», dice con emoción.
A pesar de ser un lugar conocido por su tranquilidad –«Aquí nunca pasa absolutamente nada»– Alejandro relata cómo esa tarde del martes algo le hizo presagiar lo peor. «Estaba en casa y escuché unos gritos muy fuertes. Me dije: ‘algo malo ha pasado’». Luego llegó la noticia devastadora: habían encontrado a Nicolás sin vida, apenas unos metros de su hogar y con una puñalada en el pecho.
El perro de Alejandro sigue jugando ajeno al dolor que sacude esta comunidad; sin embargo, la calle Teixos no olvidará fácilmente lo ocurrido aquel fatídico 6 de mayo de 2025. La pérdida pesa y todos sienten que han perdido una parte del alma del barrio.