La historia comenzó el pasado viernes, un día como cualquier otro en el bullicioso centro de Palma. Un joven de 25 años, con raíces alemanas pero también español, caminaba tranquilo por la calle Apuntadors, disfrutando del ambiente. Pero lo que no sabía es que ese paseo se tornaría en una pesadilla. Un ladrón, astuto y veloz, decidió que era el momento perfecto para actuar.
El delincuente se acercó por detrás, como un depredador acechando a su presa, y le arrebató un Richard Mille valorado en nada menos que 245.000 euros. ¿Puede imaginar la sorpresa y el horror del joven? En un abrir y cerrar de ojos, su preciado reloj desapareció entre las manos del ladrón, quien salió corriendo a toda prisa.
Búsqueda infructuosa
Los agentes de la Policía Nacional llegaron rápidamente al lugar tras recibir la denuncia. Aunque dieron varias batidas por la zona intentando seguir el rastro del sospechoso, no encontraron ni rastro de él. La víctima, aún temblando por la experiencia vivida, pudo ofrecer una descripción: un hombre de entre 25 y 30 años, alrededor de 1.85 metros de altura y con tez morena.
A pesar de no haber visto su rostro debido al ataque sorpresivo, notó detalles clave: una gorra oscura cubría su cabeza y unos pantalones cortos adornaban sus piernas. Parece que este ladrón había estado observándolo antes; eligió el momento justo cuando se metió en una calle menos transitada para llevar a cabo su fechoría.
Los investigadores no se detienen ahí; están recopilando imágenes de los locales cercanos al lugar del robo en busca de alguna pista que les ayude a dar con este audaz asaltante. En definitiva, esta historia es un recordatorio brutal de lo vulnerable que podemos ser en medio del bullicio cotidiano.