El pasado miércoles, un día que parecía normal, se tornó en una verdadera odisea para la familia de Julio, un hombre de 76 años con alzhéimer. Este querido abuelo decidió salir a buscar espárragos, esos pequeños tesoros verdes que tanto le gustan. Sin embargo, lo que debería haber sido un paseo agradable terminó convirtiéndose en un momento de angustia para todos.
Cuando su hija notó que su padre no había regresado a la hora habitual, la preocupación comenzó a crecer. Ella sabía que algo no iba bien y no dudó en llamar a emergencias. En cuestión de minutos, las patrullas de la Policía Local, los bomberos y Protección Civil se movilizaron para intentar localizarlo. La montaña ya no parecía tan acogedora.
Una búsqueda incansable
Tras varias horas de búsqueda exhaustiva y con el corazón en un puño, finalmente unos agentes de la Guardia Civil encontraron a Julio en una zona boscosa. Estaba desorientado y comenzando a sufrir hipotermia; sin duda estaba pasando más frío del que debería. Gracias al aviso detallado de su hija sobre sus costumbres recolectoras, los guardias civiles supieron dónde buscar.
Acompañaron al abuelo por un camino escarpado y lleno de piedras hasta su hogar, llevándolo en brazos con todo el cuidado del mundo. Ese gesto sencillo pero lleno de humanidad nos recuerda lo valiosa que es la comunidad cuando más lo necesitamos.