La situación en el PAC de Sóller ha alcanzado niveles insostenibles. La puerta del centro, ahora hecha trizas, es solo un reflejo de la tensión que se vive día a día. Un usuario, al parecer habitual desde hace dos meses, ha decidido que intimidar a los sanitarios es su deporte favorito. Y lo que es peor, lo hace sin ningún tipo de reparo.
Los trabajadores del centro de salud Serra Nord han denunciado repetidamente cómo este hombre ha convertido sus jornadas en auténticos calvarios. «Su comportamiento agresivo está sembrando el miedo no solo entre nosotros, los profesionales, sino también entre los pacientes que vienen buscando atención», aseguran con preocupación. ¿Quién se siente seguro cuando un individuo con tal actitud entra por la puerta?
Un acto violento que deja huella
Lo más impactante sucedió a mediados de febrero; una patada bien dirigida y ¡bam!, el cristal de la entrada se hizo añicos. A pesar de estar controlado por la Policía Local, este sujeto mostró su verdadera cara intentando agredir al médico de guardia: «Ahora ya sé dónde estás», le advirtió como si fuera una amenaza sacada directamente de una película de terror.
Y por si eso no fuera suficiente, el pasado 11 de abril volvió a arremeter con fuerza. Rompió completamente la puerta y lanzó amenazas mortales contra uno de los facultativos frente a testigos aterrados que no sabían si serían los siguientes en recibir su ira. Los empleados del PAC están viviendo bajo un constante estado de alerta; una puerta rota simboliza no solo vulnerabilidad, sino la posibilidad latente de un nuevo ataque.
La desesperación es palpable y claman por ayuda: «Necesitamos acción inmediata» piden a gritos ante las autoridades locales y directivos sanitarios que son conscientes del problema desde el principio. Porque nadie debería tener que trabajar en un entorno donde temen por su seguridad y la de quienes acuden buscando ayuda.