Hace más de 40 años, el mar se tragó a cuatro jóvenes mallorquines que zarparon en el velero ‘Orgía’. Su desaparición ha quedado grabada como uno de los misterios más oscuros y desconcertantes de nuestra historia reciente. ¿Cómo es posible que, tras una búsqueda exhaustiva donde participaron aviones, helicópteros y un sinfín de embarcaciones privadas, no se hallara ni el más mínimo rastro del barco? Este suceso no solo dejó un vacío en las vidas de sus familias, sino que también ha dejado un halo de preguntas sin respuestas.
Una travesía fatídica
Era la madrugada del 13 de noviembre de 1982 cuando Toni Torres, Carlos Linares, Benito Morey y Francisco Terrassa decidieron salir del puerto de Ciutadella rumbo a Calanova en Palma. Con una embarcación preparada para aguantar cualquier temporal, tenían todo lo necesario para navegar por nuestras aguas. Pero algo salió mal. Al llegar la hora acordada, sus seres queridos comenzaron a inquietarse. La falta de noticias era alarmante; el ‘Orgía’, que no contaba con emisora pero sí con un equipo de radioaficionado que nunca llegó a usar, estaba desaparecido.
La búsqueda comenzó oficialmente ese mismo día y se extendió a lo largo y ancho del Mediterráneo. Los rumores no tardaron en surgir: algunos pensaban que habían quedado atrapados en alguna cala; otros especulaban sobre un posible asalto por piratas. Sin embargo, tras días escudriñando cada rincón entre Menorca y Mallorca, no apareció nada: ni combustible ni salvavidas; todo era demasiado extraño.
Poco tiempo después surgieron informaciones sin fundamento afirmando que los cuatro estaban sanos y salvos en Túnez. Una noticia que hizo renacer esperanzas momentáneamente hasta ser desmentida por completo. La realidad fue dura: se desactivó la enorme operación y sólo quedaron los familiares buscando respuestas con recursos limitados.
Años después, la historia tomó un giro aún más escalofriante cuando Aurora, esposa de Carlos Linares, fue apuñalada brutalmente cerca de su hogar en Palma. El hecho dejó una estela inquietante al quedar sin resolver quién había sido el atacante ni cuál era su motivación. Para colmo, poco antes del ataque a Aurora, Manuela —la mujer del dueño del velero— sufrió un accidente automovilístico mientras iba con ella. ¿Coincidencia o algo más?
Cuarenta y tres años han pasado desde aquella tragedia y seguimos sin saber qué ocurrió realmente aquella noche trágica en el mar Mediterráneo. Las incógnitas son muchas; el eco del ‘Orgía’, todavía resuena entre nosotros como un recordatorio sombrío de lo impredecible que puede ser la vida.