En Cala Llombards, un rincón del municipio de Santanyí que normalmente debería ser sinónimo de tranquilidad, la tensión se palpaba en el aire. Todo comenzó cuando un buen samaritano decidió dar el aviso al 062, tras ver a dos individuos merodeando con una actitud que no prometía nada bueno. La comunidad, siempre alerta y cuidando de su entorno, no dudó en actuar.
Los agentes de la Guardia Civil, como verdaderos guardianes del orden, se pusieron manos a la obra y rápidamente organizaron un dispositivo para interceptar a estos sospechosos. Y vaya si lo lograron: encontraron hasta nueve coches forzados en la zona. Esos ladrones estaban aprovechando la despreocupación de los veraneantes para hacerse con un botín que seguramente tiraron a la basura en cuanto se vieron acorralados.
La caza y captura
Con astucia, los guardias civiles siguieron las pistas hasta alcanzar a los dos hombres, quienes intentaron escapar hacia un bosque cercano. Pero no había escapatoria; pronto fueron detenidos. En su poder llevaban varias gorras para camuflarse y evitar ser reconocidos —como si eso pudiera salvarles— además de unas gafas de sol muy poco discretas.
Y así, entre sus pertenencias hallaron 100 euros en monedas y 700 euros más en billetes escondidos por el parking de Cala Llombards. También les incautaron las herramientas con las que habían forzado los vehículos. Al final del día, estos presuntos ladrones aprendieron que hay lugares donde el crimen no compensa; más bien, acaba detrás de las rejas.