La madrugada del domingo se tornó caótica en Palma. Dos agentes de la Policía Nacional vivieron una experiencia que no olvidarán fácilmente. Todo comenzó cuando un joven español de 22 años, al volante de un Mini Cooper, decidió ignorar las señales de alto y se lanzó a una peligrosa fuga. Tras varias maniobras erráticas, el chico terminó embistiendo el coche patrulla antes de arremeter contra decenas de vehículos aparcados.
Un desenlace inesperado
Pasadas las 3:00 horas, los agentes intentaron detenerlo tras notar su conducción temeraria. Pero, lejos de detenerse, este conductor ebrio prefirió acelerar su locura. La persecución se extendió por Son Gotleu y llegó hasta Son Oliva, donde finalmente perdió el control del potente vehículo. En ese momento, el caos se desató: coches y motos sufrieron las consecuencias mientras él continuaba su huida.
Afortunadamente, los policías lograron arrestarlo a pesar de que intentó escapar a pie. Una vez detenido, la Policía Local le realizó la prueba de alcoholemia y dio positivo; además, no contaba con carnet de conducir. Afortunadamente, nuestros agentes solo sufrieron lesiones leves en las cervicales, pero esta historia nos recuerda lo frágil que puede ser la seguridad en nuestras calles.