En un tranquilo pueblo de Australia, la rutina de recoger a los niños de la escuela dio un giro inesperado. Todo comenzó cuando un abuelo, con la mejor de las intenciones, fue a buscar a su nieto y terminó llevándose al pequeño equivocado. La confusión se desató en una guardería de Bangor, donde varios niños dormían plácidamente en una habitación oscura.
La madre del niño que no estaba allí vivió momentos de auténtico pánico. Al llegar y descubrir que su hijo no estaba, exigió a los empleados revisar las cámaras de seguridad para saber qué había pasado. Fue entonces cuando comprendieron que el susto se debió a un malentendido: el abuelo entró rápido para recoger lo que creía era su nieto y, sin darse cuenta, tomó a otro niño. Lo llevó directo al coche y lo sentó en la silla.
Una crítica contundente
Pero este incidente no solo dejó una anécdota extraña; también puso sobre la mesa serias preocupaciones sobre la gestión de la guardería. La madre expresó su indignación por la falta de control en el centro educativo, señalando que nadie pudo darle detalles sobre el anciano que había llevado a su hijo. «Solo me dijeron que era un hombre mayor con pantalones cortos», lamentaba mientras aún temblaba por el susto.
Las críticas no terminaron ahí. Un ex-empleado del centro reveló las malas condiciones laborales y el caos interno: «La guardería depende mucho del personal eventual y tiene una alta rotación», comentó con frustración al Sydney Morning Herald. Sus palabras resuenan como un eco entre muchos padres preocupados: «Nadie conocía a los niños».