Imagina la escena: un restaurante de mariscos en Nueva York decide devolver al océano a una langosta que ha vivido nada menos que 110 años. Este fue el destino de Lorenzo, un crustáceo querido por todos en Peter’s Clam Bar, ubicado en Hempstead, Long Island. Butch Yamali, el propietario del local, compartió con emoción que Lorenzo había sido como un miembro más de la familia del restaurante durante varias décadas.
El día elegido para esta emotiva liberación coincidió con el Día Nacional de la Langosta y el Día del Padre, una ocasión perfecta para celebrar no solo su vida, sino también el amor por el mar. “Se convirtió en nuestra mascota”, contó Yamali. “Los clientes venían a verlo y hasta se sacaban fotos con él.” ¿Quién diría que una langosta podría tener tanto encanto?
Lorenzo hacia la libertad
Junto a Yamali, se unieron figuras importantes como Don Clavin, supervisor de Hempstead, y John Ferretti, legislador del condado de Nassau, para llevar a cabo lo que ellos llamaron un “indulto” para Lorenzo. Y así fue como este entrañable crustáceo fue liberado en Atlantic Beach Reef. “Ahora está viviendo su mejor vida”, anunció el restaurante en su Facebook. “Se va nadando hacia su libertad y disfrutando de la brisa marina (en lugar de mantequilla).” La alegría reflejada en las palabras de Yamali era palpable; dar a Lorenzo esta segunda oportunidad era algo que verdaderamente lo llenaba. A veces hay historias sencillas pero profundas que nos recuerdan lo valioso de cuidar nuestro entorno y valorar cada vida.