A veces, la vida nos sorprende de maneras insólitas, y eso es exactamente lo que ocurre en los aeropuertos. Mientras esperamos para volar, confiamos en que los controles de seguridad son solo un trámite necesario. Pero ¿quién hubiera imaginado que ciertos objetos legales podrían causar tanto revuelo? Así lo han contado algunos viajeros en un hilo de Reddit, y las anécdotas son para no perdérselas.
Lo curioso del equipaje
Pongamos el ejemplo de un niño que decidió llevar sus juguetes favoritos: varias pistolas de juguete. Al llegar al control, las miradas incrédulas de los agentes le hicieron cuestionarse si había hecho algo mal. Aunque ¡vamos! No hay ninguna restricción sobre esos juguetes, pero a nadie le gusta ser el centro de atención por ello.
Y qué decir de ese hombre en Berlín que llevaba unas piedras en su maleta. El personal del aeropuerto pensó que podría estar intentando sacar fragmentos del Muro, así que tuvo que dar unas cuantas explicaciones antes de poder seguir su camino.
Otro viajero se llevó una bola de billar. En teoría, no debería haber problemas con eso, pero su peso desató una serie de preguntas que lo mantuvieron ocupado más tiempo del esperado. Por otro lado, un balón de baloncesto tuvo un destino poco común: fue pinchado por un agente debido al temor a que explotara por la presión.
No podemos olvidar esas esposas; sí, llevarlas consigo puede levantar muchas cejas y no precisamente por razones seguras sino por temas más… personales. Y hablando de portátiles, uno viajero se encontró con una sorpresa: su hijo había decorado el dispositivo con una pegatina pirata. En el escáner parecía todo menos inofensivo y eso le costó unos minutos extra.
A veces incluso las urnas funerarias pueden hacer tambalear la normalidad del embarque; uno casi se queda sin poder volar porque el personal tenía dudas sobre su contenido. O esos discos de vinilo tan queridos por quienes bailan profesionalmente; cada vez debía dar explicaciones ya que el escáner no los reconocía como simples discos.
Y hablemos del músico con una tuba atada a la espalda; él se negó a dejarla atrás ante las exigencias del control. O ese hombre al que intentaron quitarle el cortaúñas tras años viajando sin problemas porque alguien decidió que era mejor prevenir…
En fin, estos objetos nos muestran cómo hasta lo más cotidiano puede convertirse en una aventura inesperada en los aeropuertos. La próxima vez que viajemos, pensemos bien qué llevamos y riámonos juntos ante cualquier sorpresa.