Dicen que la vida da muchas vueltas y, si miramos hacia atrás, los 90 parecen una eternidad. Aquel tiempo estaba lleno de pequeños rituales que hoy nos parecen casi de otra galaxia. Así que, hagamos un pequeño viaje nostálgico para recordar esas cosas que antes eran parte de nuestra rutina y que ahora, sin darnos cuenta, han desaparecido casi por completo.
¿Te acuerdas del videoclub?
Era todo un evento ir a alquilar una película. Elegías con cuidado entre las estanterías, buscabas el título perfecto y, después de decidirte, te llevabas esa joya a casa para disfrutarla en el sofá. Hoy en día, esto suena casi antiguo gracias al streaming. Y no hablemos de las cabinas telefónicas; ¡quién iba a pensar que unas monedas servirían para hacer una llamada! Ahora simplemente sacamos nuestro móvil y listo.
Y qué decir de los mapas… En tiempos pasados teníamos esos enormes folletos llenos de carreteras y nombres imposibles. Recuerdo cómo me sentía como un explorador cuando lograba llegar a mi destino sin preguntar ni una sola vez. Pero hoy en día, tenemos GPS que nos guían como si fuéramos unos auténticos profesionales del camino.
No podemos olvidar aquellos números de teléfono que memorizábamos casi como poemas; tener la agenda siempre a mano era vital. Ahora nuestros móviles hacen ese trabajo por nosotros. Es curioso cómo en los 90 consultábamos enciclopedias para aprender algo nuevo; cualquier búsqueda requería esfuerzo y dedicación. Hoy simplemente buscamos en Google y voilà.
Las cartas también tenían su encanto romántico, pero ya no son la norma; preferimos mensajes instantáneos o correos electrónicos más eficientes. Y aunque algunos todavía usan despertadores tradicionales, es innegable que nuestros teléfonos han tomado el mando matutino.
Las cámaras de carrete eran otro mundo: limitadas pero emocionantes; cada foto contaba porque había un número limitado de oportunidades para capturar momentos. En cambio, ahora hacemos clic sin parar sin pensar en las consecuencias.
A veces recuerdo cómo comprar entradas para conciertos era todo un desafío: hacer cola física en taquillas mientras esperabas ansioso tu turno… ¡Qué tiempos aquellos! Ahora puedes hacerlo desde la comodidad del sofá.
Guardar documentos importantes era toda una odisea; pesados ficheros repletos de papeles ocupaban espacio hasta la llegada del almacenamiento en la nube. También hay algo especial al escuchar música por la radio; aunque ahora elige nuestra lista favorita al instante es cierto que hay magia en descubrir canciones nuevas al azar.
No puedo dejar pasar el hecho de llevarse un libro al baño –algunos aún lo hacen– aunque parece ser que nuestros teléfonos han tomado ese lugar privilegiado.
A veces me pregunto cuánto hemos cambiado: antes era normal visitar a alguien sin avisar; hoy sería raro tocar el timbre sin antes enviar un mensaje preguntando si están disponibles. La tecnología ha cambiado nuestras costumbres totalmente.
También solíamos hacer muchas cosas manualmente; hoy lo digital lo abarca todo. Y eso incluye ir al kiosko a comprar prensa o revistas; ahora recurrimos más al formato digital o esperamos recibirlo cómodamente en casa.