En un mundo donde el plástico ha pasado a ser casi una segunda piel para nuestro planeta, un grupo de científicos de la Universidad de Rutgers (EE. UU.) ha decidido tirar por la borda esa tendencia devastadora. Han creado un plástico que, ¡atención!, puede descomponerse mil veces más rápido que los plásticos convencionales. Sí, has oído bien: en días o semanas, no décadas.
La naturaleza como maestra
Todo comenzó cuando uno de los investigadores, curioso por naturaleza, se preguntó por qué las proteínas o el ADN nunca se acumulan como lo hace el plástico. La respuesta es sencilla: estos materiales cuentan con mecanismos internos que permiten su degradación. Así que ellos decidieron imitar a la madre naturaleza y desarrollar estructuras químicas artificiales que facilitan este proceso. ¿El resultado? Un plástico que se puede ajustar para que se descomponga justo cuando lo necesitemos.
Parece magia, pero es ciencia pura. Esta innovación no solo promete ser menos dañina para nuestros océanos y tierras, sino que también tiene potencial para crear nuevos plásticos menos contaminantes en el futuro. Aunque hay mucho camino por recorrer y pruebas aún por hacer—como comprobar si es seguro liberarlo al medio ambiente—ya estamos ante un avance clave en nuestra lucha contra los microplásticos.
Así que mientras unos siguen enredados en el monocultivo turístico del plástico tradicional, otros están dando pasos hacia un futuro donde el daño ambiental podría ser cosa del pasado.

