Imagina un día cualquiera, abres tu móvil y te das cuenta de que todo lo que usas a diario ha desaparecido. Eso es precisamente lo que ha sucedido recientemente con dos gigantes tecnológicos: AWS y Cloudflare. En cuestión de semanas, estos colosos han caído, dejando inoperativos cientos de servicios esenciales para nuestra vida digital. Desde aplicaciones de pago como Bizum, hasta redes sociales o plataformas de streaming como Netflix, todo se ha visto afectado.
La vulnerabilidad del sistema
Cuando uno de estos titanes tropieza, el impacto es brutal. No hay más que mirar lo sucedido en España: tiendas sin sistemas de pago y altavoces inteligentes incapaces de escuchar nuestras órdenes. Hasta el propio Elon Musk tuvo su momento alardeando sobre cómo su plataforma X (Twitter) había sobrevivido… solo para ver cómo caía en la siguiente ronda.
A pesar de los mensajes tranquilizadores que llegan desde dentro, como los comunicados aclarando que no fue un ciberataque sino un fallo interno, la realidad es que estamos atados a una dependencia total de unos pocos proveedores. Como dice Pedro Clemente-Alloza, tech leader en Hiberus Sistemas: «Si uno falla, el efecto dominó puede ser devastador».
Pensar en esto debería hacernos reflexionar sobre lo frágil que resulta nuestro mundo digital. Y aunque haya planes de contingencia, cuando la nube tiembla, nos quedamos completamente desprotegidos. En vez de desesperarnos por nuestros dispositivos inútiles, quizás sea hora de desconectar un poco y recordar que hay vida más allá del WiFi. Así que si vuelve a suceder algo así, mi consejo es simple: apaga el móvil y sal a tomar aire fresco.

