El pasado miércoles, a las 18:05, Lisboa se estremeció con la noticia del descarrilamiento del histórico Elevador da Glória. Este emblemático funicular, que ha sido testigo de innumerables historias desde su inauguración en 1885, se convirtió en escenario de un verdadero drama. Un coche salió de las vías y chocó contra un edificio, dejando un trágico saldo: al menos 15 muertos y 18 heridos, entre los que se encontraban dos españoles.
Un rescate heroico y conmovedor
Las autoridades no tardaron en movilizar a más de sesenta operativos y una veintena de vehículos de emergencia para intentar rescatar a las víctimas. Durante más de dos horas, los equipos trabajaron incansablemente mientras testigos contaban cómo el coche descendió sin control por la empinada calle Calçada da Glória. «Se vino abajo como una caja de cartón», recordaba uno de los presentes con lágrimas en los ojos.
Este funicular es mucho más que un simple medio de transporte; conecta la Plaza de los Restauradores con el Barrio Alto, recorriendo unos 265 metros con una inclinación superior al 17%. Cada año, transporta a más de 3 millones de personas entre residentes y turistas, convirtiéndose en una joya turística que forma parte del alma lisboeta.
A raíz del accidente, el gobierno ha declarado un día de luto nacional y el Ayuntamiento ha decidido suspender temporalmente otros elevadores para realizar inspecciones exhaustivas. Mientras tanto, la Fiscalía ha abierto una investigación para esclarecer lo sucedido. Todo apunta a que un fallo en uno de los cables provocó esta tragedia.
No podemos olvidar que situaciones como estas nos recuerdan lo frágiles que somos y lo esencial que es mantener la seguridad en estos sistemas. Es fundamental revisar constantemente todos esos elementos críticos para evitar que este tipo de accidentes se repitan.