La historia que hoy compartimos es un recordatorio de los peligros que puede encerrar la búsqueda de soluciones rápidas. Un hombre de 60 años, decidido a llevar una vida más saludable, decidió confiar en ChatGPT para obtener un plan nutricional. Pero lo que comenzó como un intento por reducir su consumo de sal terminó llevándolo directamente al hospital.
El peligro oculto tras la recomendación
Según revela la revista Annals of Internal Medicine Clinical Cases, este hombre siguió al pie de la letra las recomendaciones del chatbot, que le sugirió reemplazar la sal común por nada menos que bromuro de sodio. ¿Quién podría imaginar que esa opción podría ser tan peligrosa? Sin embargo, el bromuro fue un compuesto muy utilizado a finales del siglo XIX y retirado por sus serios riesgos para la salud.
Atraído por lo que pensó era una alternativa segura, compró este químico por Internet y comenzó a añadirlo a todas sus comidas. Los resultados no tardaron en aparecer: paranoia, alucinaciones e insomnio fueron solo algunas de las consecuencias devastadoras que experimentó. Finalmente, su cuerpo no pudo soportar más y tuvo que ser ingresado en urgencias.
Al llegar al hospital, las pruebas iniciales arrojaron unos niveles alarmantes de cloruro. Pero tras un análisis más profundo realizado por el equipo de toxicología, se confirmó lo peor: estaba sufriendo bromismo, una intoxicación crónica provocada por la acumulación del mencionado compuesto.
A pesar del caos generado en su organismo, recibió tratamiento adecuado y logró estabilizarse antes de regresar a casa. Sin embargo, esta experiencia pone sobre la mesa una preocupación urgente: el uso irresponsable de herramientas como ChatGPT para cuestiones médicas.
Los especialistas advierten claramente: ningún profesional recomendaría nunca usar bromuro como sustituto de la sal. Además, desde OpenAI han reiterado que sus herramientas no están diseñadas para diagnosticar ni tratar enfermedades. Sin embargo, parece que muchos usuarios siguen confiando ciegamente en estos algoritmos sin tener en cuenta los riesgos reales.
Así que ya saben: aunque estas tecnologías son útiles para muchas cosas cotidianas, hay temas donde siempre es mejor acudir a un experto humano antes de hacer algo irreparable con nuestra salud.